jueves, 24 de diciembre de 2009

El valor del dinero.

El valor del dinero.

Papá Noël y los Reyes Magos, junto con los padres, tíos, padrinos y abuelos…, suelen ser tan generosos en sus regalos con los niños que acaban dando poco valor al dinero que los padres ganan con el sudor de su frente. Es necesario ayudar a los hijos a aprender que el dinero no está disponible de forma ilimitada, que éste debe ganarse con el trabajo y que gastarlo implica la necesidad de establecer prioridades.

Esta es una tarea que deben proponerse todos los padres, de cualquier nivel socio-económico. Los afortunados padres que en este momento de su vida puede permitirse dar de todo a sus hijos, es muy probable que estén haciendo un flaco favor a sus hijos. ¿Acaso pueden asegurarle este nivel de vida durante toda su existencia? No sólo es necesario prepararles para “las vacas flacas”. Como veremos a continuación, entre otros aprendizajes, al tener todo lo que desean, no aprenden la frustración de no tener lo que se desea, algo, queramos o no los padres, a lo que tendrán que enfrentarse muchas veces en su vida, y no sólo en lo relativo a cuestiones materiales.

Lo que está a su alcance.

En la medida de lo posible hay que involucrar a los niños en las decisiones financieras de la familia. Demostrarles por qué no es cumplir todas sus peticiones. Llevar a casa el salario familiar de un mes y dividir el dinero según los gastos mensuales: comida, alquiler, luz… se sorprenderán de lo poco que queda para gastos adicionales, comprobarán que la bicicleta que tanto desean cuesta más que, por ejemplo, el presupuesto semanal de comida.

Hacer hincapié en el hecho de que los asuntos de dinero son privados y que no todas las familias disponen de la misma cantidad. Para muchos niños, la presión ejercida por los compañeros de comprar artículos específicos “porque todo el mundo lo tiene”, es difícil de resistir. Nunca se debe comprar algo que no esté a su alcance, pero no decirle sencillamente que no, sino escuchar su petición y hacerle comprender la negativa.

Si es algo lo suficientemente importante para su hijo, puede ayudarle a buscar formas de comprarlo con sus propios fondos (su paga). Podría prestarle el dinero y darle sugerencias para ganar el dinero necesario con su esfuerzo.

Ahorrar.

Además de enseñarles a gastar prudentemente, hay que enseñarles a ahorrar y a ser generosos. Por ejemplo, si recibe un dinero extra, como ahora en Navidades con el arguinaldo (“les astrenes”), puede contribuir a una causa benéfica, ahorrar para un capricho y el resto gastarlo libremente. Un antojo ocasional es aceptable, pero la clave consiste en no hacer que se convierta en una rutina.

“La paga”.

Una paga semanal libera de la necesidad de enfrentar constantemente asuntos de dinero con los hijos, y es una poderosa herramienta de aprendizaje. Decidir con ellos qué trabajos en el hogar son responsabilidad suya como miembro de la familia y que no están relacionados con su paga, pero se les pueden proponer trabajos ocasionales para ganar un dinero adicional. Debe quedar muy claro en qué podrá gastar su dinero.

No existe ninguna fórmula para determinar qué cantidad de dinero se le debe dar en concreto de paga. La decisión dependerá de los gastos que deberán ser cubiertos por el niño.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Los juguetes ¿un problema?

Los juguetes ¿un problema?

El juego en los niños es una necesidad vital para el desarrollo saludable de su persona. Los juguetes contribuyen a este fin, son necesarios. Pero pueden convertirse en un problema: Papá Noël y Reyes Magos demasiado generosos.

Padres, abuelos y tíos “babeamos” cuando vemos a nuestros nanos rodeados de juguetes, cuantos más mejor. ¿Quién disfruta más, los niños o los adultos? Queremos que no les falte de nada, que tengan lo que nosotros no hemos tenido, queremos verles felices… El resultado es que lo tienen todo desde muy pequeños, pero… si no les falta de nada, ¿cómo van a apreciar lo que tienen?

Conviene dosificarlos. Sobrecargamos a Papá Noël y a los Reyes Magos. No sólo en Navidad el niño ha de jugar, pensemos en las vacaciones estivales, cumpleaños y onomásticas. Racionemos entre padres, abuelos y tíos la dosis de juguetes a regalar en cada ocasión. Mantengamos en el niño el deseo por un juguete que “ahora” no ha podido ser, pero llegará más adelante.

¡Me lo pido!

A veces compramos el juguete que el niño pide con insistencia, que suele ser el que está de moda, el que más aparece por televisión. Por no desilusionarle, compramos juguetes que no son demasiado seguros, que son pedagógicamente inadecuados para su edad, que son sexistas, racistas o violentos, que no les ayudan a desarrollar su fantasía ni a relacionarse con los demás. Con toda seguridad los atractivos de otros juguetes que podemos descubrir a los ojos del niño, alejarán cualquier decepción.