jueves, 16 de julio de 2009

Los deberes y el veraneo.

Los deberes y el veraneo.

Cuando termina el curso escolar padres e hijos sienten cierto alivio porque se acabaron los horarios y el hacer los deberes y estudiar. Pero la realidad es que si durante el verano no ayudamos a nuestros hijos a que no olviden todo lo aprendido durante el curso, la vuelta al colegio supondrá un retroceso importante, y los primeros días del curso empezarán las clases bastante despistados.

Diferentes estudios han demostrado que las vacaciones de verano tienen un impacto negativo en su aprendizaje, ya que en la infancia, hasta alrededor de los 12 años, aprenden mejor cuando la instrucción es continuada. También se ha analizado a qué materias afecta más este periodo, comprobándose que las áreas donde los niños muestran una mayor pérdida son el cálculo y la ortografía. Sin embargo, en verano sí que suelen experimentar casi todos un avance en la lectura comprensiva, y eso debe ser porque pese a que estamos en vacaciones, lo de leer lo fomentamos más. En cambio lo de ponerle a hacer ejercicios de cálculo parece que nos resulta demasiado “duro”.

Pero, aunque no nos guste, ni a ellos tampoco, es necesario dedicar cada día un rato a repasar para facilitarles la vuelta al cole en septiembre. Los profesores suelen recomendar algunas tareas de refuerzo para el verano. Si no es así, existen en el mercado libros de repaso para que puedan reforzar todo lo aprendido durante el curso. Ponerle como tarea diaria el hacer una o dos páginas de estos libros.

Os ofrecemos unas recomendaciones para organizarle adecuadamente los deberes del verano y que obtenga de ellos el mayor beneficio posible.

Fijar un calendario para planificarle la tarea. Aunque en verano hay cierta relajación de horarios, surgen imprevistos, viajes… conviene hacerle un calendario realista de los días y materias que deberá realizar diariamente. Lo mejor es escribirlo, para que ellos puedan consultarlo. Hay que intentar cumplir este calendario, pero tampoco ser demasiado estrictos, porque también son sus vacaciones.

Establecer un horario para hacer los deberes. Cuanto más mayores sean más libertad debemos dejarles para que sean ellos quienes elijan la hora, que siempre se puede cambiar, si no funciona, aunque los padres deben preocuparse de que se cumpla. Un buen momento es después de desayunar, que suele ser un tiempo muerto, además, les deja libres el resto del día, y sobre todo, están descansados, aprovecharán más el tiempo y rendirán más.

Deben tener un sitio adecuado para hacer los deberes. No han de tener distracciones (televisión, voces, gente alrededor…) y tener fácilmente accesible todo el material que puedan necesitar. Un lugar que ha de permanecer ordenado, responsabilidad que le corresponde a tu hijo.

Debes sentarte con ellos (si son más pequeños) y revisar los que hacen. Deben percibir que estás accesible para resolver sus dudas e interesado por sus tareas. Para los niños los deberes no deben ser un castigo que han de afrontar solos. No se trata de hacerles los deberes, sino de estar cerca para animarles y controlarles un poco.

Muchos padres tienen la sensación de que no pueden ayudar a sus hijos en las materias escolares, como en el inglés, matemáticas… pero no hay que olvidar que ayudarles con los deberes no significa hacérselos, sino ayudarles a resolver los problemas que se les planteen, enseñarles a encontrar ellos mismos las soluciones (buscar en un diccionario o internet, por ejemplo) y que se sientan apoyados y puedan sacar el máximo partido de su esfuerzo.

Leer con ellos. Ir juntos a la biblioteca o a una librería, y que elija un libro para leer contigo. Es importante recordar que la lectura ayuda a mejorar en todas las materias, más aún, es la clave del aprendizaje de toda la vida. Si no te pones a su lado a leer todo el tiempo, por lo menos hazle preguntas sobre lo que lee, que te lo resuma y explique, que al mismo tiempo, es una magnífica forma de reforzar la memoria y la capacidad de expresión.

C.V.G. - Psicólogo colegiado nº CV-02211-

miércoles, 1 de julio de 2009

Bebés al agua.


JUL/09



Bebés al agua.


<!--[if !vml]--><!--[endif]-->El ejercicio acuático es una buena manera de mantenerse en forma, relajarse y aumentar la capacidad de resistencia. Y no es un ejercicio exclusivo para mayores. Cada vez más niños, y desde edades más precoces, se benefician de esta actividad y toman un primer contacto con lo que puede convertirse en una recomendable afición.
Los niños se acostumbran al agua y a unas normas claras acerca de los baños, por lo que sus actos son menos imprevisibles que los de los más mayores. Sin embargo, la actitud que adoptan los padres y el conocimiento acerca de cómo hay que introducir a los más pequeños en el agua es fundamental para evitar errores y para que no se produzcan accidentes.


Hasta los bebés pueden beneficiarse de este medio. Se puede utilizar la actividad acuática para multiplicar las habilidades motrices del niño. Sin embargo, hay que tener presentes algunos aspectos, como saber cómo familiarizar al bebé con el entorno, cómo ayudarle a entrar en el agua y cómo ayudarle a realizar los movimientos.


Por ejemplo, nunca hay que entrar con el bebé en la piscina ni saltar al agua, puesto que podría asustarle.
Por el contrario, el método más eficaz es sentarlo en el bordillo mientras otra persona lo sujeta por detrás. Si no hay nadie que pueda ayudarte, puedes dejarlo tumbado y después introducirlo lentamente.


Cuando ya estéis en el agua hay que adaptarlo a la temperatura y moverte haciendo pie y muy suavemente. No hay que olvidar que el bebé puede estar asustado, por ello tienes que hablarle, explicarle que se trata de una bañera muy grande e, incluso, cantarle.


Para ayudarle a moverse en el agua, apóyalo sobre tu pecho y colócalo boca arriba sujetándolo con las manos planas por la cintura. Inicia un movimiento hacia atrás, suave y serpentean
te.


Si ves que tu bebé está disfrutando, puedes continuar con otros movimientos como realizar el mismo movimiento boca abajo y sujetándolo de manera que el pequeño no introduzca la cabeza dentro del agua.


Recuerda que el ejercicio en el agua...
- Aumenta la habilidad corporal del bebé.
- Estimula el tacto.
- Despierta los reflejos y la capacidad de supervivencia.
- Enriquece las experiencias motrices del niño.
- Les ayuda a mantenerse en forma y mejorar su tonicidad.
- Fortalece la capacidad respiratoria.
- Aumenta su resistencia.
- Les ayuda a relajarse.